era noche cerrada
hora de entregarse
al deseo
el universo
confabulaba
la brisa mecía las
hojas caídas
el otoño ya se
anunciaba
sus labios tenían el
sabor
de la noche tibia y
serena
sabían a verdad
mas verdad que el
pan y la tierra
el cielo
sábana
cubierta de estrellas
hacía llover una
calidez ligera
la suave y fresca
brisa
besaba nuestra boca
nos acariciaba
lo vivido aquella
noche
quedó grabado en las
hojas secas
en mi cuerpo
sus emociones
quedaron impresas
su olor era como el
aire
que en mi penetraba
las imágenes
los sabores
las sensaciones
para siempre
tatuadas
para siempre talladas
todo quedó
en la piel del
tiempo
desapareció en la
sombra
se fue con el deseo
se fue con el viento
y la noche
se hizo oscura
y fría